domingo, 18 de abril de 2010

La excursión

Muchas personas aguardan el fin de semana para descansar, pasear, ver a los amigos, padres, abuelos ,abandonados entre semana por falta de tiempo, otros muchos destinan esos días de asueto para visitar lugares cercanos que les permitan desconectar de su vida cotidiana y monótona. Ese fue el caso de la familia Martínez, formada por los padres Marian y Jorge, los hijos Enrique y Juan, y la abuela de nombre Marian también.

Todos ellos a bordo de un monovolumen algo sobrio pero eficaz. Para extras ya llevaban las fiambreras varias, botella de vino y diferentes refrescos, juegos de azar de todos los colores, confortables sillas de tela y la correspondiente mesa plegable, en fin... todo una completa equipación, ¡si señor!

Juan había descubierto hacía bien poco el gusto por la lectura y los padres, para incentivar esa buena afición, le habían hecho socio de la biblioteca del barrio. Es por ello, que yo libro pirata, me iba también de excursión.

Llevábamos una hora de viaje y todo iba como la seda, la abuela callada, los niños en sus cosas y los padres, tránquilos y relajados. Se anuncia por la radio retención y complicación de tránsito en la carretera. Diez minutos después, los Martínez y muchos más avanzan como tortugas hacía sus destinos. Unos a otros se miran por las ventanas y los niños se organizan carreras imaginarias.

La abuela mueve ficha y avisa "tengo que orinar". Jorge que resopla y Marian que le reprocha su actitud con una mueca sin igual. La próxima estación de servicio queda lejos e imposible de alcanzar. Jorge detiene el monovolumen y la abuela, como puede, sale a todo correr. Reemprenden el viaje algo abochornados por el espectáculo dado.

Al poco, un conductor se cruza ante Jorge que sin comprender detiene el coche. Mil palabras soeces salen del otro automóvil asaltante y la esposa, Marian, se enerva hasta no aguantar. Los niños gritan mil y una sin parar y la abuela, para arreglar, levanta el dedo sin cejar.

Al destino llegan dos horas más tarde de lo previsto ya sin decir ni mu. Todos taciturnos y enfadados. Se oye un pufff! pero nadie hace caso. "Vaya excursión me espera" - piensa Jorge - "A quién se le ocurre salir hoy" - piensa Marian - "¿Por qué hacemos excursiones? - se interrogan los niños - y para terminar la abuela reflexiona: "Ya lo decía yo... este chico, hija no te conviene".

Pasean por el lugar algo animados y contentos por haber salido del monovolumen. "¡Qué bonito!, ¡qué bonito!" - dice la esposa - ¡Qué cuestas!, ¡qué cuestas!" - refunfuña la abuela. Jorge que es una amante de la fotografía, ya lleva medio carrete gastado y eso que sólo lleva diez minutos en el pueblo. Enrique y Juan van chutando con la pelota.

Como han llegado tarde, Jorge dispone la mesa y las viandas para comer. Degustan los alimentos con la sonrisa dibujada en sus rostros y sin incidentes a destacar, a excepción, de una avispa que del festín quiere disfrutar.

Jorge dispone todo para guardar en su automóvil y una rueda ya está sin aire... pinchazo al canto. "Jorge, ¡cariño! ya te las apañarás" - expresa Marian, su querida mujer. Mientras el resto de excursionistas se adelantan para admirar una pequeña iglesia.

Ya en el lugar de culto todos juntos, la abuela quiere encender una vela y para ello una limosna debe introducir. Pide el milagro y se enciende una pantalla luminosa y tecnológica ante ella anunciando que para conseguir eso más dinero hay que meter. "Vaya,vaya... con la iglesia del pueblo que moderna se nos ha vuelto" manifiesta la abuela. Hasta 3 euros han introducido y la pantalla que no ha dejado de iluminar pidiendo más y más. Milagro concedido anuncia al final.

Alucinados salen todos con cierto aire de panoli. Llegan al coche y Jorge atolondrado informa al resto que, con tanto cargar en el monovolumen, ha dejado la rueda de repuesto en el hogar. "Tengo que llamar a una grúa para regresar, es tarde y nada hay abierto ya". De esta guisa, vuelven los cinco a casa a bordo de una grúa, con el monovolúmen detrás. La radio informa de un embotellamiento jamás soñado. "Lo que nos faltaba" - dice la estimada esposa.

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