Una casa no son simples paredes, cada una de ellas tiene su propia personalidad e intrínsecamente ligadas a quienes las habitan. las hay pequeñas, las hay grandes, también clásicas o modernas, ostentosas o austeras, en definitiva, infinidad de estilos.
En cuanto a las familias se podría decir lo mismo, las hay de muchos tipos. Sin ir más lejos, recuerdo una familia compuesta por dos abuelos, Serafín y Amalia, y un niño de 9 años llamado Rodolfo.
A este niño tímido le encantaba que sus abuelos le leyeran un cuento de piratas antes de ir a dormir, de esa manera, Rodolfo disparaba su imaginación recreando los ataques de los malvados filibusteros en las bravas agua del mar.
Un día cortaron el agua del edificio de Serafín y Amalia por trabajos de mantenimiento rutinarios. Los vecinos de arriba se fueron, con tan mala suerte, que dejaron abierto un grifo. Cuando se restableció el servicio, al rato empezó a filtrarse humedades por el techo del comedor. Ni los abuelos ni, por supuesto, Rodolfo se dieron cuenta.
El desastre se desencadenó mientras Serafín, Amalia y Rodolfo estaban degustando una sabrosa sopa de pescado, absortos cada uno en sus pensamientos y ajenos a lo que se les venía encima. En el comedor había una gran y antigua lámpara que colgaba del techo ahora apagada. De repente, por la lámpara empieza a caer agua tímidamente, más tarde el goteo se intensifica. Nadie se da cuenta. Serafín lleva más tiempo de lo normal comiendo sopa y todavía no ve el fondo del plato, Amalia mira la televisión ensimismada y Rodolfo me curiosea sin más.
Se oye un crujido, los tres miran arriba con cara boba,luego de susto mayúsculo. Cae pintura descascarillada, agua y más agua. Rodolfo se imagina las aguas bravas del mar de piratas y sonríe mientras el plato de sopa del abuelo se vuelve a llenar.
Los abuelos salen corriendo al rellano y allí, precisamente, se encuentran con los vecinos de arriba. Amalia grita:¡agua!, ¡agua! y Serafín al unísono increpa a sus vecinos "¡Cerradla!, ¡cerradla!"
Al poco el agua deja de filtrarse. Serafín, todavía nervioso, llama al seguro y poco a poco todo vuelve a la normalidad.
Al final del día, Amalia le cuenta a Rodolfo la resabida historia de piratas como todos los días... bueno, como todos los días no porque es Amalia y no Rodolfo quien se duerme conmigo en el regazo.
martes, 16 de marzo de 2010
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me suena la historia
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